A medida que el fin del soporte de Windows 10 se acerca, mucha atención se ha dirigido hacia la adopción de Windows 11, el más reciente sistema operativo de Microsoft. Sin embargo, los datos muestran que Windows 11 ha tenido dificultades para ganar tracción entre los usuarios, en parte debido a sus estrictos requisitos de hardware. Tres años después de su lanzamiento, Windows 11 solo ha logrado capturar el 35,58% del mercado de sistemas operativos Windows según datos de Statista, mientras que Windows 10 aún domina con un 60,95% de cuota de mercado.
Windows 10, introducido en julio de 2015, ha mantenido su popularidad, especialmente en entornos corporativos donde cambiar a una nueva versión de Windows representa un desafío logístico y técnico mayor. Esta resistencia contrasta con la adopción más rápida que tuvo Windows 10 en su momento, alcanzando un 47,25% de cuota de mercado tres años después de su lanzamiento. En comparación, Windows 11 ha quedado atrás en este mismo periodo.
Además, Windows 11 ha enfrentado sus propios problemas, con actualizaciones que han causado inconvenientes y novedades que no han cumplido con las expectativas generadas. Aunque Windows como sistema operativo ha mejorado significativamente con el tiempo, corrigiendo errores de versiones anteriores y ofreciendo una experiencia más robusta, Windows 11 no ha logrado superar a sus predecesores en la rapidez de adopción.
Para aquellos usuarios que desean mantener su versión de Windows 10 actualizada después de que culmine su soporte en octubre de 2025, Microsoft ha ofrecido, por primera vez, el programa de Actualizaciones de Seguridad Extendidas (ESU) a todos los usuarios y no solo a clientes corporativos, con un costo único de 30 dólares que permitirá recibir actualizaciones de seguridad durante un año adicional. Esto marca un cambio en la política de Microsoft y proporciona una opción para los usuarios que no están listos o no desean migrar a Windows 11.