cómo el hallazgo de uranio refuerza la ambición energética de China

China, el cuarto país más grande del mundo con una superficie de aproximadamente 9.596.961 km², ha hecho importantes descubrimientos en recursos naturales, destacando su dominio en la producción de minerales y más recientemente en el hallazgo de importantes yacimientos de «oro blanco» y uranio, denominado como «oro negro radiactivo». La agencia estatal Xinhua, citando al Servicio Geológico dependiente del Ministerio de Recursos Naturales, anunció un significativo yacimiento de uranio en Jingchian, en la Cuenca de Ordos. Aunque no se especificó la cantidad exacta, el descubrimiento supera los estándares de 100.000 toneladas para considerarse un gran hallazgo.

Este descubrimiento es notable por tratarse de la primera vez que un depósito de uranio de tamaño considerable se encuentra en una zona de distribución de arenisca eólica. Esta ubicación, en Mongolia Interior, ofrece ventajas como una extracción más sencilla, económica, y respetuosa con el medio ambiente. Los esfuerzos de prospección desde 2017, liderados por el Servicio Geológico de China y en colaboración con entidades como PetroChina, han revitalizado datos antiguos para dar con este y otros hallazgos.

El potencial energético del uranio situá a China en una posición de liderazgo frente a rivales internacionales como Canadá y Arabia Saudí, quienes también buscan explotar sus reservas de uranio. Este contexto dibuja un futuro de competencia intensa por el control de recursos cruciales para la energía nuclear, acentuado por el papel creciente de la inteligencia artificial y los centros de datos. El descubrimiento refuerza los ambiciosos planes nucleares de China, que ya cuenta con 50 reactores operativos y proyecta construir 100 más en la próxima década, afianzando su liderazgo en la transición energética global.

Sin embargo, este avance también podría intensificar las tensiones geopolíticas, particularmente en lo relativo a la seguridad, el acceso a recursos y el control tecnológico nuclear, con países como Estados Unidos, Europa, India, y Japón observando de cerca la expansión nuclear de China. Este panorama no solo destaca a China como un actor predominante en el mercado energético mundial sino también plantea interrogantes sobre las implicaciones de su liderazgo en el contexto internacional.