Arabia Saudí enfrenta el desafío de diversificar su economía, tradicionalmente dependiente del petróleo, mediante la ambición de convertirse en un centro tecnológico global bajo la visión de su plan denominado Vision 2030. Este megaproyecto incluye la construcción de ciudades futuristas como The Line, pero enfrenta retos financieros y energéticos significativos. El país anticipa un déficit fiscal de 26.900 millones de dólares para 2025, debido al elevado costo de construir infraestructuras en el desierto y un panorama energético global incierto.
Vision 2030 busca que la economía saudí se independice del petróleo, pero la persistencia de bajos precios del crudo y la competencia creciente en el mercado petrolero, con otras naciones incrementando la producción y EE.UU. bajo la administración Trump presionando por una mayor producción y exportación de petróleo, complican los objetivos financieros de Arabia Saudí. Además, el país organizará grandes eventos como la Copa de Asia de Fútbol de 2027 y la Expo Mundial de 2030, que requieren de vastas inversiones en infraestructura.
El Fondo de Inversión Pública, el fondo soberano saudí, está financiando Vision 2030, pero el éxito a largo plazo dependerá de factores externos, incluyendo las acciones de la OPEP y el precio global del petróleo. Arabia Saudí busca también liderar en tecnología, especialmente en inteligencia artificial, y en transición hacia energías renovables, con China como principal beneficiario de estas iniciativas. Sin embargo, estos son planes a largo plazo y el futuro económico y energético de Arabia Saudí sigue siendo incierto en un mundo que avanza rápidamente hacia fuentes de energía alternativas.
