pagar un dineral por un gama alta «a medias» es un peligroso habitual

El dilema de gastar cerca de 1.000 euros en un teléfono sin obtener lo mejor del mercado es una cuestión que ha estado presente desde hace años, particularmente con la aparición de los modelos de gama alta. Este sector implica adquirir un dispositivo de alto coste sin recibir la mejor cámara, procesador o configuración de memoria. Incluso en 2024, esta situación no ha mejorado significativamente, especialmente en la fotografía, donde los modelos gama alta «a secas» ofrecen poco más que los teléfonos de gamas inferiores por un precio considerablemente más elevado.

La era en la que 700/800 euros compraban un teléfono destacado ha pasado. Factores como la inflación y el aumento en los costos de producción han eliminado la posibilidad de encontrar gamas altas económicas. Los teléfonos de gama media ahora rondan los 500 y 600 euros, lo que obliga a quienes buscan una mejora notable a considerar dispositivos que rondan los 1.000 euros.

Esta estrategia de crear una gama alta «no tan premium» tiene sus orígenes en decisiones de fabricantes como Apple y Samsung, quienes ofrecían características ligeramente mejores en ciertos modelos, creando así una diferenciación artificial entre sus dispositivos. Marcas como Xiaomi, OPPO, y Google han seguido esta práctica, ofreciendo modelos «Pro» y su contraparte menos avanzada.

Sin embargo, optar por estos modelos de presunta gama alta trae consigo compromisos en términos de características, como procesadores menos potentes o funciones capadas, que, si bien satisfacen a muchos usuarios, no dejan de establecer una barrera clara entre los modelos premium y los demás.

Qualcomm, anticipándose a este mercado, ha lanzado el Snapdragon 8s Gen 3, orientado a la gama alta económica, lo que indica que 2024 verá una proliferación de teléfonos costosos que no alcanzarán a ser emblemáticos, pero que superarán a la gama media, manteniendo el dilema de si realmente vale la pena invertir grandes sumas en ellos.