cuanto más barata es, más colapsa la red eléctrica en todo el mundo

En 1812, Frederick Winsor fundó la Gas Light and Coke Company en Londres, marcando el inicio de los servicios públicos mediante la centralización del suministro de gas, una alternativa a que cada hogar quemase su propio carbón o leña. Actualmente, estos servicios enfrentan una gran transformación debido a la incorporación de energías renovables. La Agencia Internacional de la Energía (IEA) reporta que, con 80 millones de kilómetros de redes eléctricas existentes, será necesario añadir 50 millones más y modernizar otros 30 millones de kilómetros para 2040. La digitalización de estas redes se vuelve esencial para manejar la energía eólica y solar, que introducen desafíos de intermitencia.

La popularización de los paneles solares fotovoltaicos plantea una paradoja: a medida que más usuarios optan por sistemas de autoconsumo, aquellos que permanecen en la red eléctrica convencional enfrentan costos más altos, lo que también amenaza la estabilidad del sistema que requiere modernización. Este fenómeno no es exclusivo de regiones desarrolladas como California o Australia; países como Pakistán, Sudáfrica y Líbano están experimentando consecuencias similares debido a la adopción de energía solar, generando desafíos financieros y operativos para sus redes eléctricas.

La adopción masiva de la energía solar, mientras alivia la dependencia de la red, crea una brecha financiera. Los costes fijos de mantenimiento de la red recaen en una base de usuarios más pequeña, generalmente los más pobres, intensificando las desigualdades existentes. En Europa, liderando la transición energética, se estima que necesitará entre 65.000 y 100.000 millones de euros anuales para actualizar y ampliar su infraestructura eléctrica. La promoción del autoconsumo sin una estrategia de tarificación adecuada puede desincentivar la conexión a la red, exacerbando el problema.

Para manejar la intermitencia de las renovables y los desequilibrios financieros, se requieren soluciones como el almacenamiento de energía a través de baterías, centrales de bombeo y proyectos internacionales como un cable transatlántico para compartir energía renovable. Sin embargo, la implementación de estas soluciones enfrenta desafíos técnicos, económicos y políticos considerables.