la UE está a un paso de vetarla en sus grandes licitaciones, según Reuters

La expansión del mercado chino de dispositivos médicos se prevé que alcance los 210,000 millones de dólares para 2025, una proyección impulsada por el envejecimiento poblacional y una decidida inversión estatal en innovación, marcando este sector como una prioridad nacional. China focaliza su desarrollo en tecnologías avanzadas, incluyendo inteligencia artificial aplicada al diagnóstico por imágenes, dispositivos interconectados mediante IoT, cirugía robótica y nuevos materiales, en línea con los objetivos de producción nacional del programa Made in China 2025. Este programa apunta a que, para 2025, el 70% de los dispositivos médicos de gama alta en hospitales sean de fabricación local, con un objetivo del 85% para componentes estratégicos y un 50% ya requerido en 2020 para hospitales comarcales.

El cambio hacia la autosuficiencia ha resultado en un notable giro comercial, donde China pasó de un déficit de 1,300 millones de euros en 2019 a un superávit de 5,200 millones en 2020 en el comercio de dispositivos médicos. Esto ha generado preocupaciones en la Unión Europea, que bajo la legislación del Instrumento Internacional de Contratación Pública (IPI) aprobada en 2022, ha propuesto restringir el acceso de los fabricantes chinos a contratos públicos europeos de dispositivos médicos valorados en más de cinco millones de euros. Esta medida se estudia en respuesta a prácticas no recíprocas detectadas por la Comisión Europea, que encontró en una investigación que un 87% de las licitaciones públicas analizadas en China contenían restricciones a dispositivos extranjeros y exigían condiciones técnicas o precios no viables para proveedores internacionales.

Las sanciones previstas podrían ajustar puntuaciones de licitación o excluir directamente a empresas de concursos públicos, basándose en una falta de reciprocidad y buscando abrir el mercado chino a la competencia internacional, mientras protegen a las empresas europeas de prácticas consideradas injustas. La situación evidencia tensiones comerciales y un reajuste en las dinámicas de poder y acceso a mercados entre China y la Unión Europea, reflejando también un movimiento global hacia la autosuficiencia tecnológica y el fortalecimiento de las cadenas de suministro nacionales.