Japón puso fecha de caducidad a sus centrales nucleares tras Fukushima. Acaba de dar marcha atrás con una ley contundente

Catorce años después del desastre de Fukushima, Japón enfrenta una revolución en su política nuclear con la implementación de una nueva ley que permite extender la operación de reactores nucleares más allá de los 60 años establecidos anteriormente. Este cambio representa un giro significativo desde la postura adoptada tras el siniestro de 2011, cuando se impuso un límite de 40 años a la operatividad de las plantas nucleares, con una posible extensión hasta 60 años tras superar estrictas inspecciones de seguridad. La nueva legislación ofrece una salida a los desafíos energéticos del país al no contar los períodos de inactividad de los reactores, debido a circunstancias imprevistas, dentro de su vida operativa. Esto incluye paradas por revisiones de seguridad o suspensiones judiciales que no se atribuyan a negligencias por parte del operador.

Este cambio legislativo se fundamenta en las difíciles condiciones geopolíticas actuales, exacerbadas por la crisis energética derivada de la invasión rusa de Ucrania y la creciente dependencia japonesa de los combustibles fósiles importados. Además, el gobierno japonés anticipa un incremento en la demanda de electricidad impulsado por la inteligencia artificial y la producción de semiconductores, áreas vitales para la economía nacional. Con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para 2050, Japón reconoce a la energía nuclear como un pilar esencial para su estrategia energética, dadas sus bajas emisiones directas de CO2.

La estrategia energética de Japón para el futuro incluye una mayor participación de las energías renovables, esperando que para 2040 sean la fuente principal de energía, mientras que la contribución de la energía nuclear deberá rondar el 20% del mix energético nacional, marcando un aumento significativo desde el 5.6% registrado en 2022. Este ajuste normativo no solo refleja un compromiso renovado con la energía nuclear sino también con el fortalecimiento de los controles y la supervisión de las plantas para garantizar su seguridad y eficacia operativa a largo plazo.