Shanghái se destaca no solo como la ciudad más poblada de China sino como su principal centro comercial y financiero, especialmente en el contexto de las crecientes tensiones comerciales con Estados Unidos y sus aliados. En este escenario, Shanghái emerge como un punto clave para la industria de semiconductores en China, con grandes jugadores como SMIC (Semiconductor Manufacturing International Corporation) preparando nuevas líneas de producción de chips de 5 nanómetros, potencialmente para el próximo buque insignia de Huawei. Además, Huawei ha finalizado la construcción de un vasto centro de investigación y desarrollo en la ciudad, empleando a cerca de 40.000 personas.
El gobierno chino tiene ambiciones de convertir a Shanghái en su versión del Silicon Valley, con la administración de la ciudad anunciando recientemente un fondo de inversión de 13.800 millones de dólares para atraer inversión en tres áreas clave: inteligencia artificial, biotecnología y semiconductores. Este esfuerzo forma parte de una estrategia más amplia para reafirmarse en el escenario mundial como una potencia en estas tecnologías de punta, pese a la inversión extranjera de 24.000 millones de dólares recibida este año, que significa un fuerte apoyo internacional incluso en tiempos de conflictos comerciales.
El alcalde de Shanghái, Gong Zheng, ha expresado la visión de la ciudad como un imán para la inversión, destacando la oportunidad de sembrar un futuro próspero al invertir allí. No obstante, a pesar de la autonomía aparente de la administración de Shanghái, su éxito y sus iniciativas dependen en última instancia de la aprobación y el apoyo del gobierno central de China. Con el telón de fondo de las sanciones de EE. UU. y la competencia global, China ve en Shanghái un eje crucial para fortalecer su posición en industrias clave como los semiconductores y la inteligencia artificial, aprovechando el atractivo de la ciudad para la inversión extranjera como palanca para su crecimiento y desarrollo tecnológico.
