La posibilidad de «resucitar» digitalmente a seres queridos fallecidos está convirtiéndose en una realidad creciente, impulsada por los avances en la tecnología de inteligencia artificial (IA). Herramientas tales como chatbots y avatares interactivos ofrecen maneras de mantener conversaciones y rememorar recuerdos con versiones digitales de personas que han muerto. Esta práctica, enmarcada dentro del concepto de ‘grief tech’, está ganando popularidad en países como China, donde los deepfakes de seres queridos se están convirtiendo en una tendencia al alza.
Empresas como Hereafter AI, Seance AI, Re;memory, You, Only Virtual y StoryFile están a la vanguardia de esta tecnología, ofreciendo desde chatbots basados en conversaciones grabadas hasta video-avatares interactivos. Un ejemplo notable es la iniciativa de StoryFile para crear un avatar de un padre con cáncer terminal, demostrando la diversidad de aplicaciones de estos ‘fantasmas virtuales’, desde el apoyo durante el duelo hasta testimonios impactantes en juicios.
Históricamente, los humanos han buscado maneras de conservar la memoria de sus seres queridos a través de objetos, fotografías y ahora, avatares digitales. Sin embargo, este nuevo enfoque plantea dudas sobre sus efectos psicológicos y éticos. Existe preocupación sobre el impacto que el interactuar con estas réplicas digitales pueda tener sobre la salud mental a largo plazo y el proceso de duelo.
Desde el punto de vista legal, no hay una legislación clara que guíe la creación de avatares post mortem. Si bien las obras de una persona pueden estar protegidas por la Ley de Propiedad Intelectual, no existe una protección específica para la voz, fotos o vídeos utilizados en estos avatares. El Reglamento General de Protección de Datos de la UE no se aplica a personas fallecidas, creando un vacío legal en cuanto al consentimiento para «resucitar» digitalmente a alguien.
La tendencia emergente de «resucitar» digitalmente a los muertos a través de la inteligencia artificial plantea importantes debates éticos, legales y psicológicos. La promesa de un consuelo digital en el duelo se contrapone a las preocupaciones sobre el impacto a largo plazo de estas interacciones y la falta de un marco legal claro que regule su desarrollo y uso.
