El 22 de junio marcó el debut de Tesla en el ámbito de los robotaxis, un servicio de vehículos completamente autónomos que se lanzó en Austin con varias restricciones. Según Elon Musk, este evento representa la culminación de una década de esfuerzo, destacando el desarrollo interno de chips de IA y software. A pesar de este hito, el lanzamiento no estuvo exento de críticas y dejó en evidencia algunas promesas incumplidas.
El servicio se lanzó de manera limitada, restringiendo su funcionamiento a zonas específicas de Austin y con la presencia de un empleado de Tesla en el asiento del copiloto para asegurar el correcto desempeño del vehículo. Este enfoque cauteloso refleja las normativas estadounidenses y las experiencias de competidores que también han enfrentado restricciones similares en sus fases iniciales.
Tesla optó por un grupo cerrado de usuarios compuesto por trabajadores de empresas de Elon Musk, entusiastas de Tesla y algunos inversores, siguiendo un modelo similar al usado por Waymo, que inicialmente ofreció su servicio a empleados antes de abrirlo al público. A pesar de los mensajes positivos propagados por usuarios seleccionados en la red social X, Tesla no ha cumplido con su promesa de un servicio completamente autónomo sin supervisión humana, una realidad que también afecta la visión de Musk de un robotaxi sin volante ni pedales debido a las regulaciones vigentes.
La discrepancia entre las promesas de Musk y la realidad actual pone de manifiesto los desafíos que enfrenta el desarrollo de vehículos autónomos y la implementación de servicios de robotaxi. Aunque Tesla se ha comprometido a tener robotaxis funcionando a pleno rendimiento antes de 2027, este objetivo parece ambicioso dado el panorama actual, que exige cumplir con regulaciones estrictas y resolver desafíos técnicos significativos.
