La creciente influencia de la Inteligencia Artificial (IA) en nuestras vidas ha llegado a un punto donde la distinción entre lo real y lo creado por IA se vuelve borrosa. Un episodio ilustrativo de esta realidad ocurrió en Malasia, donde un matrimonio, atraído por un vídeo de un teleférico impresionante en Perak, viajó más de 300 kilómetros para descubrir que el destino turístico no existía. El vídeo, que mostraba un teleférico sobre paisajes naturales magníficos con entrevistas a turistas, resultó ser una creación de IA, dejando a la pareja desilusionada y confundida.
Este suceso pone de manifiesto el desafío que enfrentan especialmente las personas mayores en la era digital, quienes pueden ser más susceptibles a estos engaños debido a una menor familiaridad con las posibilidades y los peligros de la tecnología de IA. Plataformas como Instagram y Facebook han comenzado a etiquetar contenidos generados por IA, pero episodios como este demuestran que tales medidas pueden ser insuficientes para evitar confusiones o desinformación.
Asimismo, la proliferación de contenido generado por IA de baja calidad, conocido como ‘AI Slop’ o IA basura, ha invadido las redes sociales. Desde vídeos desagradables que intentan manipular algoritmos hasta patrones de ganchillo imposibles de realizar, este tipo de contenido nubla aún más la línea entre lo auténtico y lo artificial. Herramientas como Veo 3 han complicado aún más la capacidad de distinguir entre vídeos verdaderos y aquellos generados por IA, planteando desafíos significativos para la percepción de realidad en la era digital. Este incidente y la creciente presencia de la IA basura subrayan la necesidad de una mayor educación y conciencia digital para navegar con seguridad en un mundo cada vez más mediatizado por la tecnología.
