El 3 de septiembre en Pekín, China celebró un desfile militar en conmemoración del 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, marcando una exhibición de fuerza sin precedentes y destacando su creciente arsenal bélico. Este evento no solo sirvió para fomentar el nacionalismo, sino también para mostrar las aspiraciones globales de China en el escenario mundial, a través de una ostentación de capacidad militar que sugiere un reto directo a la hegemonía occidental, liderada por Estados Unidos.
Entre varios avances, se presentaron misiles balísticos intercontinentales como el DF-61, sucesor del DF-41, así como armas hipersónicas y una amplia gama de drones con capacidades tanto ofensivas como logísticas. Estas demostraciones evidencian un enfoque chino en la guerra autónoma y el desarrollo tecnológico militar.
En un giro revolucionario, las armas de energía dirigida, incluyendo sistemas láser terrestres y navales, destacaron por su potencial para neutralizar amenazas a costes significativamente reducidos. Además, se reveló la existencia de drones submarinos de gran tamaño, lo que resalta los esfuerzos de China para dominar también el espacio submarino.
Otro aspecto notable fue la presentación de misiles hipersónicos avanzados, como el YJ-17, que refuerzan la capacidad de ataque y defensa de China. Analistas apuntan a que, detrás de este despliegue, se encuentra una robusta industria capaz de producir y desplegar armamento avanzado a un ritmo y escala que Occidente podría encontrar desafiante igualar.
El incremento exponencial en el gasto militar de China, comparado con sus vecinos y rivales, ha cambiado las dinámicas regionales, posicionándose como una potencia capaz de desafiar la supremacía naval estadounidense en el Pacífico. Esto se ve respaldado por un aumento en el número de buques de guerra y sistemas autónomos avanzados.
Sin embargo, persisten dudas sobre la experiencia real de combate del Ejército Popular de Liberación y su capacidad para integrar y utilizar efectivamente estos avances tecnológicos en un conflicto de alta intensidad. Estados Unidos todavía mantiene una ventaja en términos de integración y experiencia de combate, aunque el margen se está reduciendo.
En resumen, el desfile militar chino demostró no solo un impresionante avance en términos de arsenal y capacidad industrial, sino también un mensaje claro de que China busca jugar un rol central en la reconfiguración del orden mundial, desafiando así el panorama estratégico regional y global.
