Rodney Brooks, cofundador de iRobot y antiguo trabajador del MIT, expresa un escepticismo pronunciado hacia el futuro de los robots humanoides, considerándolos una «burbuja» destinada a explotar. Aun cuando empresas como Tesla y Figure laboran en robots que emulan el movimiento humano, Brooks califica estas expectativas de «puras fantasías». Argumenta que la destreza humana, especialmente la complejidad del tacto y la manipulación, es extremadamente difícil de replicar en robots debido a la ausencia de los 17,000 receptores táctiles humanos especializados en estas máquinas. Aunque hay avances prometedores en el desarrollo de tejidos robóticos con sensibilidad táctil, la adquisición de habilidades motoras finas por parte de los robots aún enfrenta grandes desafíos. Brooks señala la importancia insustituible de la sensación táctil, basándose en experimentos donde la anestesia de las yemas de los dedos reduce significativamente la destreza manual.
Además, plantea preocupaciones sobre la seguridad, aludiendo a la energía necesaria para mantener estos robots erguidos y los peligros potenciales si llegaran a caer. Brooks predice que, a largo plazo, el futuro de la robótica estará dominado por formas más prácticas como robots con ruedas, brazos múltiples, pinzas industriales, y sensores especializados, en lugar de figuras humanoides.
Sin embargo, a pesar de las dudas de Brooks, China muestra un fuerte compromiso con el desarrollo de robots humanoides, haciendo significativas inversiones y logrando avances que sugieren un optimismo sobre la superación de los obstáculos técnicos actuales. La nación asiática fomenta el progreso en este campo tanto en términos de capacidades como de aplicaciones industriales, sugiriendo una creencia en el potencial a largo plazo de los robots humanoides, contrariamente a la visión de Brooks.
