en realidad, el «workslop» la está hundiendo

La automatización impulsada por la inteligencia artificial (IA) prometía revolucionar la productividad empresarial, aunque la realidad ha resultado ser más compleja. Un estudio de «Impacto Económico Total de Forrester Consulting 2023» de IBM muestra un aumento de productividad en términos de tiempo ahorrado en la gestión de incidencias, pero no evalúa la calidad de esta gestión. Paralelamente, se ha identificado un fenómeno denominado «workslop», que se refiere a contenidos de baja calidad producidos por IA que aparentan ser útiles pero que, en realidad, requieren de un esfuerzo significativo para su revisión y corrección, sumando más trabajo al proceso. BetterUp Labs y Stanford Social Media Lab descubrieron que el 40% de los empleados estadounidenses han recibido estos contenidos, costando alrededor de 186 dólares anuales por empleado en correcciones, lo que se traduce en millones de pérdidas para las organizaciones.

Por un lado, la IA ha resultado ser una herramienta útil para liberar a los empleados de tareas repetitivas y administrativas, permitiéndoles concentrarse en trabajos más complejos. Sin embargo, para tareas que demandan creatividad, adaptación y análisis profundo, la mayoría prefiere delegar estas tareas a humanos. Además, la generación de contenido «workslop» por parte de la IA ha creado la necesidad de un nuevo nicho laboral enfocado en la corrección de estos errores, lo que refleja un «impuesto» invisible que se traduce en tiempo y recursos adicionales.

La adopción irreflexiva de herramientas de IA por parte de las empresas, motivada por el entusiasmo tecnológico, puede no ser la estrategia más eficiente. A pesar de que figuras destacadas en la tecnología promueven la creación de contenido por IA, la práctica ha evidenciado que sin una supervisión adecuada, la productividad no mejora necesariamente y puede incluso disminuir. Este escenario subraya la importancia de evaluar críticamente el valor real que la IA aporta al entorno laboral, destacando la necesidad de un equilibrio entre automatización y supervisión humana para garantizar contenidos de calidad y, por ende, una productividad genuina y sostenible.