En la década de los 90, Japón era visto como el pináculo del futuro tecnológico, un país donde la modernidad coexistía con la tradición a través de avances como trenes bala y ciudades iluminadas por neones. Sin embargo, con el paso de las décadas, su liderazgo en el sector tecnológico comenzó a declinar. A pesar de haber dominado cerca de la mitad de la producción mundial de semiconductores hace cuarenta años, su participación se redujo al 10% para 2019. Asimismo, en la era de la inteligencia artificial y tras el lanzamiento de ChatGPT, Japón ha visto caer su posición competitiva, retrocediendo en rankings globales de innovación y en la competitividad digital por la falta de talento especializado.
Frente a estos retos, Japón está buscando maneras de reafirmarse en el panorama tecnológico global, destacándose su proyecto de una red cuántica nacional. Este ambicioso plan involucra una infraestructura de fibra óptica de 600 kilómetros que unirá ciudades clave, como Tokio y Osaka, con un entorno operativo previsto para 2027. La red cuántica pretende transmitir claves por medio de fotones en un sistema que hará posible detectar cualquier interferencia, anticipando una era en la que los ordenadores cuánticos podrían hacer obsoletos los sistemas de cifrado actuales.
Para asegurar su posición en la vanguardia de la seguridad digital, Japón enfrenta desafíos significativos relacionados con la estabilidad de las señales, los costos de implementación y la gobernanza de esta tecnología. Sin embargo, estos obstáculos también presentan oportunidades para el desarrollo de nuevas competencias y la formación de talento, en un esfuerzo por demostrar que puede competir en infraestructuras avanzadas. Aunque Japón no parte de cero en tecnología cuántica, tampoco lidera el sector, ubicándose detrás de China y la Unión Europea. A pesar de ello, aspira a que su red cuántica nacional sirva como un símbolo de autonomía tecnológica y una base para la colaboración internacional, buscando reforzar su rol como proveedor de seguridad digital y capitalizar en la demanda futura de comunicaciones seguras.
