Tras tres semanas usando las Oakley Meta Vanguard, he comprendido su propósito y limitaciones. A diferencia de las Oakley Meta HSTN, las Vanguard están diseñadas específicamente para deportistas, ofreciendo mayor resistencia al agua (IP67 frente a IPX4), una batería de hasta nueve horas, altavoces potentes y una cámara optimizada para actividades físicas. Aunque pesan más que las HSTN (66 gramos frente a 53 gramos), su diseño intenta equilibrar el peso adicional, aunque después de una hora de carrera, el peso se hace notar significativamente.
A pesar de estas mejoras, las Vanguard siguen siendo perceptiblemente pesadas, especialmente durante carreras prolongadas. Sin embargo, en actividades como el ciclismo, donde el movimiento es más estable, este peso adicional puede ser menos problemático. La cámara centrada entre las cejas ofrece una calidad de imagen superior para fotos y vídeos, pero su colocación y el hecho de que solo grabe en formato vertical pueden generar controversia y limitación en ciertos contextos.
Los altavoces han mejorado en calidad, pero pueden aislarte demasiado del entorno, representando un riesgo en ciudades o carreteras compartidas. La integración con asistentes de voz y Garmin añade funcionalidades interesantes, aunque su uso en público puede ser incómodo para algunos.
Las lentes PRIZM mantienen su calidad, pero la falta de opciones graduadas limita a usuarios con necesidades de corrección visual. A un precio de 549 euros, las Vanguard se posicionan como un producto de nicho para creadores de contenido deportivo, combinando varias herramientas en una, aunque con compromisos en confort y autonomía de batería.
En resumen, las Oakley Meta Vanguard representan una mejora respecto a las HSTN pero todavía presentan áreas que necesitan refinamiento para convertirse en una opción imprescindible para el deportista promedio. La tecnología promete, pero la ejecución aún requiere ajustes para encontrar el equilibrio perfecto entre funcionalidad, comodidad y autonomía.
