La flota fantasma de Rusia ha cambiado su modelo de negocio. El petróleo ha dado paso a un objetivo mucho más gordo: Europa

Desde el inicio de su invasión a gran escala de Ucrania en 2022, Rusia ha desarrollado una vasta flota de petroleros no solo para evadir sanciones occidentales y mantener sus exportaciones de crudo, sino también para implementar una estrategia más ambiciosa. Parte de esta «flota en la sombra» está siendo utilizada para espionaje y operaciones híbridas en aguas europeas. Estos buques, que generan ingresos significativos para Moscú, amplían el alcance de los servicios de seguridad rusos más allá de sus fronteras, navegando cerca de las costas de países de la UE y la OTAN.

Los petroleros, normalmente registrados bajo banderas de conveniencia con tripulaciones internacionalmente diversas, a menudo incorporan a ciudadanos rusos con antecedentes en policía, unidades especiales o veteranos del ejército bajo la apariencia de «técnicos». Estas personas ejercen una autoridad considerable a bordo, supervisando a capitanes y tripulaciones para asegurar la alineación con los intereses del Kremlin y, en algunos casos, incluso realizando actividades de espionaje y saboteo.

Estos operativos están frecuentemente vinculados a Moran Security Group, una empresa privada rusa sancionada por los Estados Unidos por prestar servicios de seguridad a corporaciones estatales rusas y con conexiones directas con el grupo Wagner y operaciones en Siria y Somalia. Este modelo de guerra híbrida permite a Rusia operar con negación plausible mientras expande sus capacidades operativas en aguas estratégicas.

Además, se han documentado casos como el del petrolero Boracay, utilizado para actividades sospechosas en aguas europeas, incluyendo el posible espionaje de instalaciones militares. A estos buques se les ha detectado equipamiento no típico de mercantes, como antenas y mástiles avanzados, y han mostrado un particular interés en infraestructuras críticas.

Europa se enfrenta al dilema de cómo responder a estas amenazas sin provocar una escalada. La respuesta debe ser colectiva, dado que ningún país desea ser el primero en actuar de manera unilateral. Mientras tanto, la flota continúa operando, demostrando la extensión del conflicto más allá de Ucrania y en los mares que rodean Europa, en una estrategia de guerra híbrida que combina lo militar, lo diplomático y lo económico.