El reciclaje, ampliamente debatido por su ineficacia histórica, podría encontrar en la Inteligencia Artificial la solución para sus deficiencias. A pesar de propuestas para mejorar el reciclaje en sectores como el de la telefonía móvil, es en la industria naval donde el proceso de reciclaje adquiere una escala monumental. Turquía alberga uno de los astilleros más significativos para el desguace de cruceros, como los de la compañía Carnival, que fueron vendidos por piezas debido a la falta de demanda exacerbada por la pandemia.
El procedimiento para desmantelar un barco se inicia marcando y extrayendo materiales peligrosos o inflamables. Posteriormente, se procede al corte del barco, asegurándose de capturar cualquier contaminante que pudiera liberarse. Esta tarea, lejos de ser rápida, puede reciclar hasta el 90% de los materiales de un barco, como hierro y acero, obteniendo un sustancial valor de reventa y contribuyendo a la industria de la construcción.
Además del reciclaje material, también se extraen y categorizan innumerables artículos de las instalaciones del barco, desde gimnasios hasta decoraciones, que luego puedan venderse de segunda mano o reutilizarse en otros sectores. Sin embargo, este proceso no está exento de desafíos humanitarios y medioambientales, destacando el riesgo laboral en uno de los trabajos catalogados como extremadamente peligrosos y el potencial daño ecológico si los residuos no se manejan correctamente.
La industria del desguace de barcos muestra disparidades significativas entre países desarrollados y en vías de desarrollo en términos de seguridad laboral y responsabilidad medioambiental. Mientras los primeros podrían exhibir tasas de reciclaje de hasta el 98% con mínimos accidentes, los segundos presentan mayores riesgos tanto para los trabajadores como para el medio ambiente. A pesar de estos retos, se están implementando gradualmente medidas de seguridad y protección medioambiental en astilleros de todo el mundo, buscando un equilibrio entre la industria y la sostenibilidad.
