La «guerra espacial» ya es una realidad y la están librando EEUU, Rusia y China con un arma particular: sus satélites

La emblemática frase de la saga «Fallout»: «la guerra… la guerra no cambia nunca», se ve desafiada por la realidad del siglo XXI, donde la guerra sí parece estar cambiando, especialmente con el traslado del conflicto al espacio. Las operaciones controvertidas para incapacitar satélites norteamericanos han elevado la preocupación de Estados Unidos hacia las crecientes capacidades espaciales tanto de China como de Rusia. Estamos entrando en una era donde la guerra en el espacio deja de ser ciencia ficción para convertirse en una posibilidad real, potenciada por avances tecnológicos como submarinos autónomos, sistemas de camuflaje de plasma y drones capaces de engañar a radares.

En este escenario, la Fuerza Espacial de EE.UU., presentada inicialmente con escepticismo en 2019, se vislumbra como una necesidad ante el incremento de actividades espaciales militares por parte de varias naciones. La interceptación de un misil fuera de la atmósfera terrestre por Israel y la nueva capacidad de Rusia para emprender acciones antisatélites son muestras de que el combate espacial es una realidad inminente.

El combate entre satélites puede variar desde empujones, el uso de armas químicas, energía o radiofrecuencia, hasta derribos mediante misiles lanzados desde la Tierra, aunque Estados Unidos ha instado a abandonar esta práctica. La habilidad de Rusia para amenazar satélites con proyectiles físicos y la posibilidad ya considerada por Francia de armar satélites con ametralladoras, muestra la creciente militarización del espacio.

La Fuerza Espacial de EE.UU. enfrenta ataques diarios a sus satélites, principalmente a través de métodos no cinéticos como ciberataques, bloqueadores de radiofrecuencia o láseres. Estos ataques subrayan la importancia estratégica de los satélites, fundamentales para la alerta temprana, inteligencia, comunicaciones y navegación. La respuesta de Estados Unidos ante estas amenazas, aunque no especificada, apunta hacia la disuasión mediante la incertidumbre, una táctica reminiscente de la estrategia nuclear. Este nuevo dominio de conflicto requiere adaptaciones y estrategias que consideren la vital importancia de los activos espaciales para la seguridad y operatividad militar contemporáneas.