Android es mejor sistema que nunca

Cambiar la ROM de un teléfono móvil solía ser una práctica común para los entusiastas de la tecnología, quienes buscaban personalizar sus dispositivos y mejorar su rendimiento y funcionalidades. Este comportamiento era especialmente popular hace una década, en un tiempo en el que el hardware y los sistemas operativos Android como MIUI, EMUI, o TouchWiz eran considerablemente inferiores en términos de calidad y rendimiento a lo que ofrecen hoy en día. La comunidad de desarrolladores independientes y foros como HTCmania o XDA proporcionaban un sinfín de opciones para aquellos interesados en modificar sus dispositivos.

En aquel entonces, la experiencia de usuario podía mejorar significativamente al cambiar la ROM original por versiones más actualizadas y menos sobrecargadas, tales como CyanogenMOD o Paranoid Android. Estas alternativas no solo ofrecían actualizaciones más frecuentes que las proporcionadas por el fabricante del dispositivo, sino también una mayor fluidez y opciones de personalización.

Además, el proceso de cambio de ROM era más accesible, ya que desbloquear el bootloader del teléfono, un paso esencial para modificar el sistema operativo, solía ser un procedimiento relativamente sencillo para la mayoría de los dispositivos. Hoy en día, sin embargo, fabricantes como Xiaomi imponen esperas de hasta una semana para poder desbloquear el bootloader, y empresas como Google limitan funcionalidades de inteligencia artificial si se detecta que el bootloader ha sido desbloqueado.

Pese a estas barreras, el panorama de las ROMs ha seguido evolucionando, con sistemas operativos de fabricantes como Samsung mejorando notablemente hasta el punto de convertirse en opciones preferidas para algunos usuarios, gracias a la inclusión de funcionalidades avanzadas y aplicaciones nativas de alta calidad. Además, el soporte por parte de los fabricantes ha mejorado, ofreciendo hasta siete años de actualizaciones en algunos casos.

Sin embargo, la motivación para cambiar la ROM ha disminuido, considerando las mejoras en el software oficial y el declive de proyectos como Pixel Experience. Aún con nostalgia, los aficionados a las ROMs, incluido el autor, encuentran hoy menos razones para dedicar tiempo a este hobby, aunque la comunidad sigue resistiéndose a desaparecer completamente.