Siempre nos han asegurado que nadie nos espiaba a través de nuestro móvil. Eso no es del todo cierto

La preocupación por la privacidad y seguridad de nuestros datos personales está más viva que nunca, especialmente en el contexto de las comunicaciones digitales y el uso frecuente de dispositivos móviles. Un escenario común que agudiza estas preocupaciones ocurre cuando, tras hablar de un tema específico como un viaje a Tailandia, nos sorprendemos al encontrar anuncios relacionados en nuestro navegador móvil, lo que lleva a cuestionar si nuestros teléfonos están «escuchándonos» sin nuestro consentimiento.

Este fenómeno ha alimentado el debate sobre la «escucha activa», donde supuestamente los dispositivos capturan y analizan nuestras conversaciones para fines publicitarios. Aunque las grandes corporaciones de tecnología y algunos estudios niegan esta práctica, informes filtrados revelan que empresas como Cox Media Group (CMG) han desarrollado tecnología capaz de realizar este tipo de acciones. CMG, específicamente, ha sido acusada de utilizar inteligencia artificial para «capturar datos de interés en tiempo real» mediante la escucha de conversaciones, con el objetivo de emparejar esos datos con información de comportamiento del usuario para dirigir anuncios publicitarios de forma más precisa.

Este descubrimiento provocó reacciones en la industria; por ejemplo, Google decidió terminar su colaboración con CMG, mientras que Meta está evaluando si las prácticas de CMG infringen sus términos de servicio. Sin embargo, no es la primera vez que se reportan acciones similares por parte de CMG, quien anteriormente había defendido su uso de la escucha activa, incluso preguntándose abiertamente sobre la legalidad de tal práctica.

Además, se reporta que CMG cobraba tarifas significativas a los anunciantes por este servicio, lo que subraya el lado comercialmente lucrativo, aunque éticamente cuestionable, de tal práctica. Esta situación refleja una problemática mayor sobre la privacidad en la era digital, donde la delgada línea entre publicidad dirigida y vigilancia invasiva se vuelve cada vez más borrosa.