En una era dominada por las suscripciones a todo tipo de servicios, desde videojuegos hasta inteligencia artificial, surge una propuesta audaz de Balaji Srinivasan, una destacada figura del mundo cripto: la creación de un nuevo país mediante crowdfunding, basado en un modelo de «estado red». Esta idea propone sustituir las funciones gubernamentales tradicionales con tecnología, específicamente blockchain e inteligencia artificial, lo que podría llevar al surgimiento de «reyes corporativos». Esta noción se alinea con el creciente escepticismo hacia la democracia, dado que varios países experimentan un declive en valores democráticos, con líderes que desafían las normas democráticas y aumentan su poder de manera antidemocrática.
Srinivasan, ex CTO de Coinbase y defensor del blockchain, sugiere que al igual que se han creado nuevas empresas y comunidades en internet, se podrían crear nuevas naciones. Estas naciones, o «estados en red», se edificarían sobre comunidades en línea alineadas ideológicamente que adquirirían territorios físicos y buscarían reconocimiento diplomático. Estos estados simbolizarían las ciudades autónomas propuestas por Srinivasan, rincones de autonomía con leyes y normativas propias, representando una reinterpretación moderna del sueño americano.
Dentro de este contexto, se encuentra Próspera, una ciudad en Honduras la cual busca implementar terapias genéticas experimentales para alargar la vida, reflejando el deseo de ciertos sectores por escapar de las regulaciones gubernamentales. Asimismo, Praxis emerge como otra iniciativa liderada por Dryden Brown, quien busca establecer una ciudad-estado en el Mediterráneo para 10.000 habitantes, con el apoyo de figuras importantes del sector cripto y capital de riesgo.
Sin embargo, esta visión ha recibido críticas por su ideología libertaria y cripto, y por la preocupación de qué pasaría con servicios básicos como la educación y la salud en estas «criptociudades». Además, existe el temor de que esta tendencia represente una forma de neocolonialismo, donde el control recaería en «monarcas corporativos». Esta ambiciosa propuesta plantea interrogantes sobre el futuro de la organización social y la gobernabilidad en la era digital.
