La inteligencia artificial (IA) ha permeado diversos sectores, desde dispositivos móviles hasta centrales nucleares, y ahora apunta hacia la educación con iniciativas como la de una escuela privada en Londres que implementará la IA como docente. Esto plantea un cambio significativo hacia un aprendizaje más personalizado y preciso. La IA actuará como principal facilitador de educación en cursos para estudiantes de 15 y 16 años, específicamente en preparación para el General Certificate of Secondary Education (GCSE). Los alumnos utilizarán una plataforma de IA junto con cascos de realidad virtual, lo que permitirá un seguimiento detallado y adaptativo de su progreso educativo, en contraposición al modelo tradicional de aula.
La adopción de IA en este contexto no solo busca mejorar la efectividad en la detección de las necesidades de aprendizaje de cada estudiante sino también optimizar la productividad y precisión del proceso educativo. A pesar de la ayuda de «entrenadores de aprendizaje», la dependencia de la IA en la educación ha generado debates. Mientras algunos ven un futuro prometedor en la aplicación de la IA en la enseñanza, otros critican este enfoque por deshumanizar la experiencia de aprendizaje y disminuir el valor de la interacción humana entre profesores y alumnos.
La iniciativa no busca reemplazar completamente a los docentes convencionales, puesto que ciertas materias como el arte y la educación sexual serán impartidas por profesores humanos, reconociendo así limitaciones de la IA. Esto sugiere un modelo híbrido de enseñanza donde la IA se complementa con la instrucción tradicional. El debate se extiende más allá de la efectividad, tocando puntos sobre la deshumanización potencial de la educación y la creciente influencia de la tecnología en roles tradicionalmente humanos. Este caso en Londres refleja tanto el potencial innovador de la IA en educación como los desafíos éticos y prácticos que acompaña a su implementación.
