En los últimos años, algunos países latinoamericanos han experimentado un auge inesperado gracias al petróleo, atrayendo tanto admiración como escepticismo global. Este fenómeno, apodado por muchos como la nueva «fiebre del oro», ha situado al petróleo, o «oro negro», en el centro de un debate económico y ambiental.
Guyana, un pequeño país sudamericano de aproximadamente 800.000 habitantes, ha sido testigo de una transformación drástica tras el descubrimiento del mayor yacimiento de petróleo en una generación. De tener un rendimiento económico modesto, pasó a ser la economía de mayor crecimiento a nivel mundial durante dos años consecutivos. Este cambio impresionante se anticipa a posicionar a Guyana en 2027 como una nación que bombea más crudo per cápita que gigantes de la industria como Arabia Saudita o Kuwait, con un crecimiento económico que alcanzó el 49.7% en solo el primer semestre de 2024.
Ante esta inesperada prosperidad, el gobierno de Guyana ha decidido adoptar políticas de redistribución de la riqueza, anunciando un programa que otorga $2,000 USD a cada hogar para aliviar los costes de vida y reducir la desigualdad económica. Además, se eliminaron más de 200 impuestos y tasas para combatir la inflación. No obstante, esta medida, que representa el 1.5% del PIB y el 7.9% del fondo de recursos naturales del país, ha generado preocupaciones sobre sus posibles efectos inflacionarios a largo plazo.
Este auge petrolero ha traído comparaciones con la gestión de los recursos naturales en Noruega, un país que ha sabido aprovechar su fondo soberano de petróleo para asegurar estabilidad económica y ahorro a largo plazo. Guyana creó su propio fondo en 2019, siguiendo un camino similar para manejar prudentemente los ingresos del petróleo.
Mientras Guyana y otros países latinoamericanos disfrutan de los beneficios económicos del petróleo, emergen interrogantes sobre el impacto ambiental y el cumplimiento de los objetivos climáticos globales. La transición energética podría verse afectada por una sobreoferta en el mercado, planteando desafíos importantes para la sostenibilidad futura de estas economías basadas en el petróleo.
