Suecia se había convertido en punta de lanza de la digitalización en las aulas. Ahora ha comenzado a dar marcha atrás

La digitalización ha sido una tendencia creciente en la educación, sin embargo, Suecia está retrocediendo en este aspecto al eliminar las pantallas de las aulas. Este cambio, liderado por la ministra de educación Lotta Edholm, busca reemplazar las tecnologías digitales con métodos tradicionales. Particularmente, en la educación prescolar se ha prohibido la educación digital para menores de seis años, buscando implementar este cambio gradualmente tras el parón veraniego.

El gobierno ha destinado 1.685 millones de coronas suecas (aproximadamente 150 millones de euros) para facilitar esta transición, asignando inicialmente 685 millones para el primer año y dividiendo el resto en dos tramos para los años siguientes. Esta decisión se basa en observaciones de que la comprensión lectora de los estudiantes suecos ha disminuido, posiblemente debido a la lectura digital, que tiende a ser menos efectiva que la lectura en papel según estudios.

El debate sobre la digitalización en la educación no es exclusivo de Suecia; la UNESCO ha instado a un uso apropiado de la tecnología en la educación, destacando la importancia de maximizar los beneficios y minimizar los costos asociados con la introducción de nuevas tecnologías. Mientras, algunos críticos argumentan que la desdigitalización es una apuesta por valores tradicionales más que una mejora educativa basada en evidencia.

La discusión se extiende a cómo implementar tecnologías, como la inteligencia artificial, de manera efectiva en las aulas sin sacrificar la calidad de la educación. Aunque Suecia se aleja de las pantallas, la tecnología continúa infiltrándose en la educación a través de otras vías, demostrando que la digitalización, aunque se modere, seguirá siendo un componente vital de la enseñanza y el aprendizaje.