Chechenia ha implementado una medida que sin duda cambiará el panorama musical en la república rusa; todas las obras musicales deben mantenerse en un rango de 80 a 116 bpm (beats por minuto), excluyendo así una amplia gama de géneros populares que no se ajustan a esta especificación. Esta decisión, anunciada por el Ministro de Cultura, Musa Dadayev, afecta no solo a la música, sino también a las coreografías y las interpretaciones en vivo, dándoles a los artistas locales un plazo hasta el 1 de junio para adaptar sus obras a la nueva normativa.
La decisión excluye de manera efectiva a muchos géneros populares como el pop, hip-hop, house, y techno, que típicamente operan fuera del rango establecido. Por ejemplo, el hip-hop varía de 60 a 140 bpm, el house de 115 a 130 y el techno de 120 a 140. Esto deja fuera a artistas internacionales como Taylor Swift, Beyoncé, Drake, y Rosalía, cuyas canciones populares no cumplen con el criterio de bpm establecido por el gobierno checheno.
El objetivo detrás de esta peculiar regulación es limitar la influencia de la música occidental, que el gobierno considera «contaminante». Chechenia, bajo el liderazgo del controvertido Ramzán Kadyrov, busca preservar el patrimonio cultural y las normas morales y éticas del pueblo checheno promoviendo la música folclórica tradicional y las baladas propias de la región.
Esta medida refleja el deseo de Chechenia de proteger su identidad cultural frente a la globalización y la influencia de la música extranjera. Aunque la decisión ciertamente aboga por la preservación cultural, también plantea cuestiones sobre la libertad de expresión artística y la posible limitación de la diversidad musical que los habitantes de Chechenia pueden experimentar.
