China está posicionándose como líder indiscutible en una amplia gama de sectores tecnológicos, impulsada por su audaz plan «Made in China 2025». A través de una inversión colosal y un enfoque en la fabricación digital y la impresión 3D, China está acelerando el desarrollo de tecnologías clave para el futuro, reduciendo dramáticamente los ciclos de desarrollo de meses a semanas o incluso días. Este cambio radical es evidente en el campo de la robótica y otros sectores, donde la capacidad de iterar rápidamente productos gracias a tecnologías avanzadas ha sido un cambio de juego.
Buena parte de esta revolución se debe no solo a la disponibilidad de impresoras 3D asequibles, sino a un ecosistema integrado de logística, proveedores, y capacidades de entrega que permiten una velocidad de mercado sin precedentes. Un ejemplo de ello es la empresa Miniso, que puede diseñar, producir y llevar productos al mercado en un lapso extremadamente breve. Esta velocidad no está relacionada únicamente con los costos laborales bajos o políticas flexibles, sino con una superior digitalización, flexibilidad en la cadena de suministro, y una rápida retroalimentación del mercado, permitiendo a las compañías chinas ser competitivas globalmente no solo en costos sino en agilidad y rapidez.
El crecimiento del sector de fabricación aditiva en China ilustra este punto, con un aumento anual de 30% entre 2015 y 2022 y proyecciones de ventas de impresoras 3D que alcanzarán los 8,000 millones de dólares para 2032. Este dominio también se refleja en la instalación de robots industriales, donde China representa el 50% a nivel mundial. Incluso en el ámbito de la innovación, China está liderando, con políticas fiscales que incentivan fuertemente la inversión en I+D, contrastando con políticas menos favorables en Occidente.
Este panorama plantea un reto significativo para los países occidentales, obligándolos a reconsiderar sus estrategias para competir en un escenario global donde China no solo domina en fabricación y precio, sino también en innovación y velocidad en el desarrollo de tecnologías emergentes. La expansión de China en mercados internacionales y su capacidad para ofrecer tecnología avanzada a precios competitivos sin comprometer la calidad deja en claro que el tiempo, y cómo se utiliza, es un factor crítico que podría determinar el liderazgo global en la próxima década.
