China quiere aprisionar al mundo con sus restricciones a las tierras raras. Se le ha escapado su mayor presa

China ha intensificado sus tácticas en la guerra comercial y tecnológica con las potencias occidentales al aplicar nuevas restricciones a la exportación de tierras raras, minerales esenciales en diversas industrias tecnológicas. Esta maniobra apunta a desequilibrar la balanza del comercio tecnológico global, especialmente afectando a Estados Unidos, al agregar cinco elementos a su lista de exportaciones restringidas y exigir licencias para productos con un mínimo porcentaje de materiales de origen chino. Sin embargo, Taiwán, conocido por su dominio en la producción de semiconductores y como sede principal de TSMC, la gigante de la fabricación de chips, parece inmune a estas medidas. El Ministro de Economía taiwanés mencionó que la isla no se vería significativamente afectada ya que los materiales necesarios para su industria semiconductor no dependen de las tierras raras chinas, sino que provienen principalmente de Europa, Estados Unidos y Japón.

Pese a esta independencia, se reconoció que las restricciones chinas podrían impactar indirectamente en las cadenas de suministro globales, especialmente en equipos que utilizan tierras raras, como los escáneres UVE de ASML, vital en la producción de semiconductores. Además, China busca dominar el mercado de los chips menos avanzados pero cruciales para industrias como la automovilística y la producción de drones, donde Taiwán mantiene una posición competitiva.

La estrategia de China parece ser una medida de presión en su lucha por la supremacía tecnológica y económica contra los Estados Unidos, llevando a este último a responder con la amenaza de imponer aranceles adicionales del 100% a las importaciones chinas. Este es solo un capítulo más en el juego geopolítico entre las dos mayores economías del mundo, con expectativas de negociaciones futuras entre los líderes de ambas naciones.