Cómo ha conseguido China rescatar a sus astronautas en tiempo récord cuando a EEUU le costó meses

El drama espacial protagonizado por la nave Starliner de Boeing, en el que se descubrieron fugas y fallos en sus propulsores, dejó a los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams varados en el espacio, obligándolos a regresar a la Tierra a bordo de la misión Crew-9 de SpaceX, tras meses de deliberaciones por parte de la NASA. Paralelamente, China experimentó un percance similar con la misión Shenzhou-20, que presentó «pequeñas grietas» en el cristal externo de una ventana de la cápsula, sospechándose que fueron causadas por micrometeoroides o basura espacial. A diferencia de la Estación Espacial Internacional, la estación espacial Tiangong no tiene capacidad para albergar a seis astronautas por largo tiempo, lo que urgía el regreso de la tripulación de la Shenzhou-20.

China tenía preparada una nave Shenzhou y un cohete CZ-2F para emergencias, pero decidió no lanzar la nueva nave Shenzhou-22 debido a que incluía actualizaciones instrumentales no entrenadas por la tripulación. La decisión fue repatriar a los astronautas en la nave Shenzhou-21, que había llegado con otros tres astronautas dos semanas antes, trasladando los asientos adaptados de una nave a otra. Este intercambio de naves permitió a los tres astronautas de la Shenzhou-20 regresar sanos y salvos el 14 de noviembre, demostrando una resolución más rápida comparada con la administrada por la NASA en situaciones similares, gracias a la disponibilidad de naves y a una logística eficaz. La Shenzhou-20, ahora vacía, regresará para análisis de daños si sobrevive a la reentrada, mientras la Shenzhou-22 será lanzada sin tripulación como nuevo vehículo de retorno.