Duncan MacDougall, un médico de Haverhill, Massachusetts, motivado por su curiosidad acerca de si el alma humana tenía peso, desarrolló una peculiar hipótesis que indicaba que, si el alma existe y está dentro del cuerpo, debería ser posible medir su peso al momento de la muerte. Para probar esta teoría, MacDougall llevó a cabo un experimento entre 1901 y 1907, utilizando una báscula especialmente construida para detectar cambios de peso de hasta cinco gramos, sobre la cual colocaba a pacientes moribundos. El experimento, que involucró a seis pacientes con enfermedades terminales, registró una pérdida de peso de 21,26 gramos en el primer paciente justo tras su deceso, mientras que los resultados de los demás participantes se vieron marcados por dificultades técnicas o falta de cambios significativos.
Este experimento, publicado en la revista «American Medicine» y previamente difundido por «The New York Times», suscitó controversia y fue objeto de crítica por parte de la comunidad científica. Argumentos médicos, ofrecidos por figuras como Augustus P. Clarke, rebatieron las conclusiones de MacDougall, citando explicaciones fisiológicas alternativas para la pérdida de peso registrada. Más adelante, intentos de replicar el experimento con animales por parte de MacDougall buscaban reafirmar su teoría, aunque bajo premisas cuestionables y métodos éticamente reprobables.
La comunidad científica ha rechazado ampliamente el estudio debido a sus metodologías cuestionables y falta de resultados concluyentes. La investigación posterior mostró resultados contradictorios, como en el caso de experimentos con animales de granja que indicaron un aumento de peso post-mortem.
A pesar de las fallas científicas, Duncan MacDougall dejó un legado cultural, inspirando obras de arte, películas como «21 gramos» de Alejandro González Iñárritu, y alimentando debates sobre la existencia y naturaleza del alma. Su trabajo es recordado más como un caso de sesgo de confirmación y como una muestra temprana de intentos por aplicar métodos científicos a interrogantes espirituales.Como tal, la historia de MacDougall y su experimento de los 21 gramos resalta tanto la curiosidad humana por entender lo desconocido como los límites y desafíos de aplicar la ciencia a preguntas de naturaleza espiritual o metafísica.
