EEUU se estaba pegando un tiro en el pie

La administración de Donald Trump implementó exenciones temporales a los aranceles establecidos sobre ciertos productos importados de China, incluyendo tecnología importante como smartphones, ordenadores, y componentes electrónicos. Estos efectos engloban una serie de códigos HTSUS que especifican qué artículos quedan exentos de aranceles adicionales destinados tanto para productos de consumo general como para tecnologías críticas. Sin embargo, el secretario de comercio de EE.UU. aclaró que estas exenciones son temporales y formarán parte de una serie de aranceles sobre semiconductores que se anunciarán en los próximos meses.

Trump, por su parte, negó que las modificaciones sean consideradas exenciones, manteniendo que los productos aún están sujetos a otras tarifas, como aquellas relacionadas con el fentanil, subrayando la importancia de la fabricación estadounidense y la autonomía frente a naciones que considera hostiles, como China. Estas exencóines buscan evitar incrementos de precios en productos cruciales para los consumidores americanos, dada la gran dependencia del mercado estadounidense sobre la producción china., especialmente en tecnologías críticas y de consumo.

Específicamente, estos cambios regulativos han sido dirigidos a mitigar el impacto económico sobre los consumidores y sobre empresas gigantes de tecnología como Apple, que podrían verse afectadas severamente por el incremento de costos debido a los aranceles, forzándoles a aumentar precios de venta finales. Apple, por ejemplo, ha iniciado medidas para diversificar su producción incluyendo manufactura en India, no solo para esquivar estos aranceles sino también para reducir su dependencia del gigante asiático.

Este movimiento ha generado discusión sobre la eficacia y las consecuencias de las políticas arancelarias, con críticas y apoyo en diferentes sectores, indicando las complejidades del comercio internacional y las implicaciones de acciones unilaterales en un mercado globalizado. Mientras tanto, se plantean interrogantes sobre la política comercial a largo plazo de Estados Unidos y su relación con China, así como las estrategias de las grandes corporaciones para manejar estas dinámicas regulatorias.