X (anteriormente conocida como Twitter), dirigida por Elon Musk, se distingue de otras empresas del empresario por su dependencia de la publicidad. A pesar de este hecho, Musk ha mostrado aversión hacia los anunciantes en el pasado, llegando incluso a tomar acciones legales contra varios de ellos. Recientemente, X ha demandado al Global Alliance for Responsible Media (GARM), un conglomerado que representa cerca del 90% del gasto publicitario a nivel mundial, alegando un boicot hacia su plataforma.
GARM, establecido en 2019 por la Federación Mundial de Anunciantes para promover la seguridad en el entorno digital, ha tenido que cesar operaciones ante la imposibilidad financiera de enfrentarse a Musk en los tribunales. La organización, descrita como una pequeña iniciativa sin fines de lucro, ha visto sus recursos significativamente mermados tras las acciones legales de Musk, llegando a un punto donde la Federación Mundial de Anunciantes ha decidido suspender sus actividades.
El desplome de GARM ilustra el poder intimidatorio que Musk y sus empresas pueden ejercer sobre entidades y organizaciones dentro de la industria publicitaria. Esta situación plantea dudas sobre el futuro de la publicidad en X y si los anunciantes decidirán regresar a la plataforma o evitarla por completo para no asociarse con contenido dañino o ilegal.
En un contexto donde la confrontación parece ser la estrategia de Musk, la comunidad publicitaria enfrenta un período de incertidumbre. La decisión de GARM de detener sus operaciones refleja las dificultades que enfrentan las entidades sin fines de lucro al litigar contra corporaciones poderosas y cómo las acciones de una figura prominente pueden influir dramáticamente en la dinámica de la industria publicitaria.
