el Pentágono no puede cumplir con la ley de EEUU, lo que está frustrando tratos millonarios

La guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China, centrada en gran medida en la compañía Huawei, ha sido un proceso complicado y multifacético que abarca los últimos cinco años. Desde mayo de 2019, cuando Huawei se convirtió en el epicentro de esta nueva guerra fría debido al veto de Google, Estados Unidos ha intentado marginalizar a la empresa, calificándola como paria. A pesar de los esfuerzos estadounidenses, Huawei ha logrado no solo sobrevivir sino prosperar, marcando récords de ingreso y acercándose a una producción 100% china. Además, se ha convertido en una esperanza para los desarrolladores de IA en China gracias a sus chips Ascend, lo cual es visto con malos ojos por Estados Unidos.

Sin embargo, incluso dentro de Estados Unidos, el Pentágono admite que es prácticamente imposible deshacerse de Huawei, ya que desde 2019 una ley prohíbe a empresas nacionales contratar a firmas que usen equipos de Huawei. Esto ha llevado al Pentágono a buscar exenciones, pues cumplir completamente con la ley comprometería su capacidad operativa, dada la predominancia de Huawei en el sector de las telecomunicaciones, donde ha incrementado su cuota de mercado al 30%.

La paradoja de la situación se manifiesta en la continua dependencia de las fuerzas armadas estadounidenses de la tecnología de Huawei, especialmente en misiones en África, y en el reconocimiento tácito de que no existen alternativas viables que puedan sustituir a los productos de Huawei en términos de costo y eficiencia.

Por otro lado, China enfrenta un desafío similar con respecto a Microsoft Windows, buscando reemplazarlo con alternativas locales como HarmonyOS de Huawei para sus instalaciones gubernamentales y militares, aunque este proceso ha sido más difícil y lento de lo previsto, con metas reajustadas hacia 2027.

Este escenario resalta cómo, a pesar de los deseos estadounidenses de eliminar la influencia de Huawei, tanto Estados Unidos como China lidian con paradojas similares en el ámbito tecnológico, indicando un resurgimiento de Huawei y la complejidad de desvincularse de grandes jugadores tecnológicos globales.