En 1956, en el Dartmouth College, se celebró un encuentro pionero que reunió a figuras como Marvin Minsky, Claude Shannon y John Nash para discutir sobre inteligencia artificial (IA), una disciplina en sus albores. John McCarthy, el organizador, propuso este término para designar este nuevo campo de estudio. A pesar del entusiasmo inicial, la limitada capacidad de computación de la época frenó el progreso esperado en IA.
A pesar de los retos, el desarrollo de las redes neuronales artificiales (ANNs) marcó un hito importante, prometiendo avances en el reconocimiento de patrones. En 1982, John Hopfield publicó un modelo de memoria asociativa basado en ANNs, y en 1986, propuso un enfoque innovador para resolver problemas complejos inspirándose en la física. Geoffrey Hinton, por su parte, desarrolló en la década de 1980 la máquina de Boltzmann, un modelo generativo basado en redes neuronales que aprendía patrones y distribuciones estadísticas, lo que permitió capturar y generar nuevas soluciones y patrones.
Estos avances sentaron las bases para aplicaciones significativas en la identificación de patrones en imágenes, textos y datos clínicos, así como la posterior evolución hacia el aprendizaje profundo o «deep learning», destacando la creación de tecnologías impactantes como los chatbots y sistemas de reconocimiento avanzados. La contribución de estos pioneros, elevada por premios Nobel, ha sido fundamental para el desarrollo y expansión de la inteligencia artificial, permitiendo aplicaciones en astrofísica, medicina y, de modo más general, en la computación, modelando el camino para herramientas revolucionarias como ChatGPT y otros sistemas de diálogo automatizado que continúan transformando nuestro entendimiento y aplicación de la IA. La labor de estos científicos ha sido reconocida mundialmente, estableciendo un legado perdurable en la evolución de la inteligencia artificial.
