en los EEUU rurales cada vez hay más pueblos movilizados contra su construcción

La carrera entre las grandes tecnológicas por liderar en inteligencia artificial (IA) está impulsando una inversión sin precedentes en infraestructura de centros de datos globalmente, con énfasis en Estados Unidos. Sin embargo, esta expansión enfrenta resistencia de comunidades locales preocupadas por el impacto ambiental y social de estos centros. Emplean grandes cantidades de agua y electricidad, generan ruido y una vez operativos, ofrecen pocos empleos permanentes, a pesar de las promesas de inversión y mejoras comunitarias por parte de las corporaciones.

Un ejemplo claro se dio en Saline Township, Michigan, donde la comunidad rechazó inicialmente un proyecto de centro de datos de 100 hectáreas en terreno agrícola, pero terminó cediendo ante la amenaza de litigios prolongados. Las protestas contra estos proyectos se han intensificado, alimentadas por el aumento de la factura de la luz y el uso excesivo de recursos naturales. Las ciudades se enfrentan a promotores que, aunque ofrecen beneficios fiscales y empleos temporales de construcción, no compensan el gasto energético ni la poca oferta de empleos a largo plazo.

Ciudades como St. Charles, Missouri, han impuesto moratorias a la construcción de nuevos centros de datos, mientras que Lordstown, Ohio, acogió inicialmente inversiones significativas con entusiasmo hasta que surgieron preocupaciones de una posible expansión mayor de lo acordado, llevando a una prohibición permanente con excepciones limitadas. En Virginia, los centros de datos se han convertido en tema electoral, con candidatos de ambos partidos prometiendo medidas contra su construcción, en respuesta al descontento público por el coste que suponen para los residentes en términos energéticos.

Con más de un billón de dólares en inversiones recientes y una demanda energética en aumento debido a la IA, el conflicto entre el crecimiento tecnológico y la aceptación local parece destinado a intensificarse. A pesar de la necesidad de las tecnológicas de respaldar sus avances en IA con infraestructuras adecuadas, las comunidades estadounidenses muestran creciente reticencia hacia la construcción de nuevos centros de datos, marcando un debate sobre el equilibrio entre innovación y sostenibilidad.