En los bosques cerca de Estocolmo, un grupo diverso de personas realiza un ritual pagano vikingo, conocido como blót, invocando a Thor sin los clichés hollywoodenses de pieles y cascos con cuernos. Este renacimiento de las prácticas religiosas pre-cristianas es notable en los países nórdicos, donde miles se identifican con estas antiguas creencias, ahora religiones oficialmente registradas que incluyen templos, rituales y comunidades en crecimiento.
A pesar de la alta secularización en estos lugares, con Suecia y Islandia como ejemplos donde la asistencia regular a iglesias cristianas es baja y el escepticismo hacia la existencia de dioses es alto, las religiones paganas están floreciendo. En Suecia, la Nordic Asa-Community (NAC) y Forn Sed Sweden agrupan a miles y han logrado el establecimiento del primer cementerio pagano en mil años, además de esforzarse por construir un templo en Gamla Uppsala.
Las organizaciones paganas en Dinamarca, Noruega y Finlandia también atraen a seguidores y luchan contra la asociación de sus símbolos con ideologías extremistas, declarando fuertemente valores antirracistas. Islandia es el epicentro de este fenómeno, con Ásatrúarfélagið siendo la segunda religión más grande del país, y está construyendo el primer templo pagano en un milenio.
Los rituales paganos, o blóts, celebran las estaciones y las deidades sin sacrificar animales, en una práctica que ha sido modernizada y despojada de violencia. Estas religiones también organizan eventos de la vida como matrimonios y funerales, y están definidas por una espiritualidad flexible y comunitaria.
Este renacimiento enfrenta la tensión de desvincularse de interpretaciones supremacistas de los símbolos vikingos, insistiendo en que el nazismo y el paganismo son incompatibles. Aunque hay debates sobre la autenticidad y la reinterpretación moderna de estas prácticas paganas, lo que resurge no es una copia exacta de la antigua religión vikinga, sino una versión adaptada que responde a las necesidades actuales de espiritualidad y comunidad.
