La guerra moderna incorpora drones, superioridad informática, inteligencia artificial y submarinos autónomos, representando un distanciamiento de las técnicas de combate tradicionales. Sin embargo, en un ámbito tecnológicamente avanzado como es el conflicto actual en Ucrania, Rusia recurre al uso del código Morse, un método de comunicación originado en el siglo XIX, desarrollado por Samuel Morse y sus colegas. Este sistema, optimizado posteriormente para la transmisión sonora en lugar de escrita, demostró ser eficaz para la comunicación a largas distancias con bajo consumo energético.
Durante las Guerras Mundiales, el código Morse se utilizó extensivamente para las comunicaciones entre bases navales, barcos y aviones, permitiendo el envío de mensajes encriptados. A pesar de que hacia el inicio del siglo XXI el Morse cayó en desuso, dejando de ser empleado en comunicaciones oficiales, aún se otorgan licencias para su uso.
La actual guerra en Ucrania destaca por su enfoque en la tecnología, con el empleo de vehículos autónomos y otras innovaciones. Sin embargo, se ha descubierto que Rusia aún emplea el código Morse para transmitir información entre sus bombarderos, barcos y cuarteles generales. Este método tradicional contrasta con la alta tecnología utilizada en otros aspectos del conflicto, pero evidencia que soluciones efectivas y probadas continúan siendo valiosas. El Morse es particularmente eficiente en términos de consumo energético, utiliza un ancho de banda estrecho y su encriptación es relativamente sencilla, lo que lo convierte en un medio de comunicación seguro y eficaz incluso en la era moderna.
Este retorno a tecnologías aparentemente obsoletas en un escenario de guerra altamente tecnológico ilustra la permanencia de soluciones funcionales a lo largo del tiempo, resaltando la importancia de adaptar toda herramienta disponible para la eficacia comunicativa y estratégica en conflictos actuales.
