es justo lo que el poder militar quería

Los pequeños reactores modulares (SMR) marcan el inicio de un renacimiento en la energía nuclear, promovido intensamente tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, donde se proyecta construir 20 de estos minirreactores. Gigantes tecnológicos como Amazon, Google y Microsoft están invirtiendo en esta tecnología debido a sus prometidas ventajas sobre la eficiencia, flexibilidad, costos reducidos y contribución a la descarbonización. Sin embargo, hay escepticismo sobre su viabilidad económica, dado que los SMR son considerados la opción más cara de generación eléctrica comparada con otras fuentes como las renovables, el gas natural y la energía nuclear tradicional. Además, muchos de estos proyectos aún no han sido desarrollados más allá de propuestas iniciales.

El interés en los SMR no radica solo en beneficios civiles. Investigaciones sugieren una importante influencia militar detrás de este auge, dado que tanto Estados Unidos como el Reino Unido dependen de una base industrial nuclear para mantener sus capacidades de defensa, incluidos sus arsenales nucleares y flotas de submarinos. Empresas como Rolls-Royce, involucrada en el desarrollo de SMR, juegan un rol dual en el apoyo tanto a programas civiles como militares, permitiendo así que los costos relacionados con la defensa sean en parte subvencionados por el sector civil.

Este patrón de fusionar intereses civiles y militares en el desarrollo nuclear no es exclusivo de Occidente; países como China y Rusia mantienen una integración abierta entre sus programas nucleares civiles y militares. La discusión se extiende hasta las energías renovables, con voces militares retiradas recomendando el financiamiento de estas tecnologías a través de presupuestos de defensa para incrementar la soberanía y seguridad energética, destacando la energía solar y eólica como alternativas estratégicas para reducir la dependencia de recursos fósiles extranjeros.