España se está convirtiendo en una auténtica Meca de los centros de datos. Uruguay tiene algunas lecciones al respecto

España ha sido elegida por gigantes tecnológicos como Amazon, Google, y Meta para establecer centros de datos, lo que ha generado un boom en la industria nacional de estas infraestructuras. Particularmente, Aragón se ha destacado, atrayendo importantes inversiones en este ámbito. Sin embargo, un problema importante ha surgido en relación con el impacto ambiental de estos centros: el consumo de agua y energía.

Amazon ha anunciado una inversión de 15.700 millones de dólares en la región de Aragón entre 2024 y 2033, lo que ha llevado a la expansión de su infraestructura con nuevos centros de datos. Este crecimiento, aunque beneficioso en términos económicos, ha planteado desafíos significativos, incluyendo la preocupación por el elevado consumo de recursos hídricos, lo que ha llevado a la compañía a negociar soluciones para mitigar el impacto en las comunidades locales.

El consumo energético de estos centros también es notable, esperándose que superen el consumo total de electricidad de toda la provincia de Zaragoza en 2024. A pesar de los esfuerzos por ampliar la red eléctrica, la sostenibilidad del agua sigue siendo una cuestión crítica, ya que se prevé que los centros de datos consuman más de 755.000 metros cúbicos de agua al año. Ecologistas y residentes locales han expresado preocupaciones sobre la extracción de agua del subsuelo y el potencial agotamiento de los recursos hídricos.

La expansión de centros de datos en España refleja un fenómeno global donde, incluso en otros países como Uruguay, proyectos similares han enfrentado problemas relacionados con el uso del agua. Estas situaciones subrayan la complejidad de equilibrar los beneficios económicos de atraer a grandes tecnológicas con la necesidad de proteger los recursos naturales y satisfacer las necesidades de las comunidades locales. A largo plazo, la verdadera rentabilidad de estos proyectos para las regiones anfitrionas permanece en duda, especialmente considerando el limitado número de empleos creados una vez que los centros se vuelven operativos.