Estados Unidos está ofreciendo millones de dólares a empresas cuánticas. A cambio, quiere quedarse con un trozo de cada una

Estados Unidos está redefiniendo su política industrial al invertir en empresas cuánticas a cambio de participaciones en su capital. Este movimiento estratégico, reportado por el Wall Street Journal, apunta a asegurar una influencia significativa en una tecnología con el potencial de alterar radicalmente tanto la economía como el equilibrio de poder global. La administración de Trump ha transformado las ayudas financieras anteriores en participaciones corporativas en compañías clave como Intel y U.S. Steel, así como en respaldos a sectores críticos, enfatizando la importancia de estar presente en industrias vitales.

Las negociaciones con empresas del sector cuántico, como IonQ, Rigetti Computing y D-Wave Quantum, implican inversiones iniciales de al menos 10 millones de dólares por empresa. Sin embargo, los términos van más allá de la simple inversión de capital e incluyen posibles derechos sobre propiedad intelectual, regalías, o acuerdos de reparto de ingresos, en un enfoque liderado por Paul Dabbar del Departamento de Comercio.

El interés del gobierno en la computación cuántica trasciende lo financiero, ante su potencial para revolucionar una amplia gama de campos como el diseño de fármacos y la criptografía. La seguridad nacional se convierte en una preocupación primordial con la emergencia de algoritmos cuánticos capaces de romper cifrados convencionales, lo que subraya la urgencia de avanzar hacia una criptografía post-cuántica.

Además, la computación cuántica promete transformaciones significativas en el desarrollo de medicamentos, permitiendo simulaciones moleculares precisas que acelerarían la investigación y la aparición de nuevas terapias. La reorganización del Departamento de Comercio y la recuperación de fondos previamente dedicados a iniciativas tecnológicas reflejan una clara intención del ejecutivo de hacer que las inversiones públicas sean medibles y estratégicamente beneficiosas.

Este cambio hacia un modelo más intervencionista presenta dilemas sobre cómo la influencia estatal podría afectar la dinámica de decisión y la innovación en sectores competitivos. Aunque los detalles finales de los acuerdos aún están en negociación, este enfoque subraya una transformación profunda en la forma en que el gobierno de EE. UU. interactúa con el sector privado, apuntando a un rol más activo en campos tecnológicos estratégicamente vitales.