Este puente de Seúl parece ordinario, pero protagoniza uno de los mayores problemas de Corea del Sur: los suicidios

Corea del Sur se destaca por su rápida evolución tecnológica, albergando gigantes como Samsung e Hyundai, y su ambición de liderar la industria de los chips, con inversiones millonarias planeadas para superar a competidores como China. La capital, Seúl, ejemplifica el potencial futuro de urbes hipertecnológicas. Sin embargo, este progreso contrasta con una creciente crisis de salud mental, siendo el suicidio una pandemia cada vez más palpable.

El puente de Mapo en Seúl, conocido tristemente como «el puente de los suicidios», simboliza esta crisis. Corea del Sur registra cifras alarmantes, con un creciente número de suicidios a lo largo de los años, y en 2020 poseía la tasa más alta de suicidios entre los países de la OCDE. La sociedad surcoreana se ve presionada por una competitividad extrema y perfeccionismo en los ámbitos educativo y laboral, acompañado de un estigma en torno a las enfermedades mentales y unos inalcanzables estándares de belleza.

Las celebridades, especialmente de la industria del K-pop, no son ajenas a esta crisis, evidenciando cómo la fama y la exposición pública pueden intensificar estas presiones. Los métodos de suicidio han variado con el tiempo, pasando de la intoxicación por plaguicidas a la asfixia por monóxido de carbono o el ahorcamiento.

Ante la gravedad de la situación, el puente de Mapo ha sido objeto de intervenciones, incluyendo mensajes de aliento y soporte psicológico. Sin embargo, estas medidas han tenido un éxito limitado, llevando a una reevaluación de las estrategias de prevención del suicidio, centrando esfuerzos en cambios sociales y una mayor concienciación sobre la salud mental.

Este escenario refleja un desafío global, comparable a otras locaciones como el puente Golden Gate en San Francisco, donde se han tomado medidas similares. La crisis del suicidio en Corea del Sur enfatiza la necesidad de un cambio profundo en la percepción y manejo de la salud mental, más allá de las intervenciones infraestructurales o temporales, hacia una comprensión más amplia y una acción colectiva para abordar las raíces culturales y sociales de este fenómeno.