En el ámbito de la tecnología y específicamente de la inteligencia artificial (IA), hay mucha conversación sobre la Inteligencia Artificial General (AGI), un tipo de IA que podría superar al ser humano en prácticamente todo el conocimiento, aunque su llegada todavía está rodeada de escepticismo. Un ejemplo fascinante de cómo la IA está avanzando lo encontramos en el campo del hacking.
Investigadores de la Universidad de Stanford desarrollaron un bot de hacking llamado Artemis, diseñado para buscar vulnerabilidades en redes. Este bot fue puesto a prueba contra diez pentesters (hackers profesionales) en la red de ingeniería de la propia universidad. Artemis, que podía ser desactivado en cualquier momento mediante un ‘kill switch’, demostró ser extraordinariamente eficaz, superando a nueve de los diez hackers humanos. Logró identificar bugs mucho más rápido y a un costo significativamente inferior, destacando la eficiencia económica de la IA en este campo.
Sin embargo, Artemis no estuvo exento de fallos, generando un 18% de falsos positivos en sus reportes de bugs y pasando por alto un bug obvio que los humanos detectaron de inmediato. Aun así, descubrió una vulnerabilidad que ningún humano había visto, demostrando la capacidad única de la IA para encontrar problemas más allá de las limitaciones humanas.
La utilización de IA en el hacking no se limita solo a labores defensivas. Los ciberdelincuentes también recurren a ella para hacer malware más efectivo, como muestra un estudio de Microsoft y OpenAI. La IA está bajando las barreras de acceso para desarrollar ataques, pero también ofrece nuevas vías para defenderse, detectando y parcheando vulnerabilidades.
Este avance presenta desafíos sobre el futuro rol de los profesionales de la ciberseguridad, como los pentesters, en un mundo donde la IA puede realizar su trabajo con mayor rapidez y menor costo, planteando interrogantes sobre la evolución de este campo en la era de la inteligencia artificial.