la clara prueba de que el hardware no lo es todo

La introducción de los iPhone 16 y 16 Pro ha traído consigo la clásica duda sobre cuál de estos nuevos modelos adquirir. El iPhone 16 parece ser una vez más la opción predilecta para el grueso de los usuarios, incluyendo aquellos con un uso intensivo del dispositivo, gracias a su equilibrio entre características y precio. Analizando la ficha técnica, ambos modelos presentan diferencias destacables: el iPhone 16 Pro incluye el procesador Apple A18 Pro, una tasa de refresco ProMotion de hasta 120 Hz gracias a su pantalla OLED LTPO, una tercera cámara con teleobjetivo de 5x, un sensor ultra gran angular de 48 megapíxeles, USB-C 3 en lugar de USB-C 2 y un acabado en titanio, a diferencia del aluminio de los modelos no Pro, además de permitir el uso de ProRaw en fotografía.

Las ventajas del modelo Pro se resumen en aspectos como una mejor capacidad de zoom y fotografía ultra gran angular, junto con la experiencia visual que ofrece ProMotion. No obstante, la diferencia en el procesador y la tasa de refresco pueden no ser determinantes para todos los usuarios, especialmente aquellos menos exigentes con las especificaciones técnicas y que privilegian otros factores como el costo-beneficio. Además, la estética de los materiales, pese a ser un factor diferenciador, no parece ser decisiva para optar por un modelo sobre otro, dada la alta calidad tanto de los modelos Pro como de los no Pro.

En conclusión, aunque los iPhone 16 Pro representan la opción “con todo” y son ideales para aquel 10% de usuarios que realmente sacan provecho de sus características avanzadas como grabación en formato LOG, disparo en RAW y uso intensivo de teleobjetivo, para la mayoría, el iPhone 16 sigue siendo una compra más equilibrada y satisfactoria en términos de valor por el precio.