Durante la Guerra Fría, la seguridad de los códigos nucleares de Estados Unidos era sorprendentemente débil, lo que presentaba un riesgo significativo de lanzamientos accidentales o no autorizados. En la década de 1980, Roger Fisher propuso al Pentágono insertar los códigos nucleares en el pecho de un voluntario que siempre estaría con el presidente. La idea era que si el presidente quisiera lanzar un ataque nuclear, tendría que matar personalmente al voluntario para obtener los códigos, enfrentándose así a las consecuencias humanas de su decisión. Esta propuesta buscaba hacer que el mandatario comprendiera el impacto de causar millones de muertes, pero fue rechazada por el Pentágono, argumentando que podría distorsionar el juicio del presidente.
Por otra parte, Bruce Blair reveló que, después de que el presidente John F. Kennedy ordenara en 1962 proteger las armas nucleares con códigos, el Comando Aéreo Estratégico modificó el sistema para facilitar lanzamientos rápidos, estableciendo los códigos de lanzamiento de los misiles Minuteman en «00000000». Esto se hizo para asegurar una respuesta inmediata en caso de orden, pero también reducía las barreras para un lanzamiento no autorizado.
La Fuerza Aérea de Estados Unidos quedó expuesta por estas afirmaciones y declaró no recordar que se usara tal código simplificado. Sin embargo, Blair citó manuales técnicos y acusó a la Fuerza Aérea de proporcionar información engañosa sobre sus protocolos de seguridad nuclear.
En respuesta a estas preocupaciones y revelaciones, en 1977 se implementó un sistema más robusto que requería que el personal de lanzamiento contactara a una autoridad superior para obtener los códigos necesarios, mejorando las medidas de seguridad y reduciendo el riesgo de lanzamientos accidentales o no autorizados.
Esta historia resalta las tensiones entre la necesidad de una respuesta rápida ante una crisis y la importancia de contar con salvaguardias estrictas para evitar el uso indebido de armas nucleares. Además, pone de manifiesto cómo se pueden comprometer las medidas de seguridad en periodos de tensión internacional, generando un dilema sobre el equilibrio entre seguridad y eficiencia operativa en el contexto de la política y estrategia nuclear de Estados Unidos.
