Hace menos de dos décadas, la idea de volar a velocidades hipersónicas desde una pista convencional era un concepto futurista. Ahora, es la Agencia Espacial Europea (ESA) que, con su plataforma experimental Invictus, está avanzando hacia este futuro. Invictus no es ni un misil, ni un avión militar, ni un lanzador espacial convencional, sino una aeronave diseñada para alcanzar y superar la velocidad de Mach 5, despegando horizontalmente y siendo reutilizable después del aterrizaje. Gracias a una estructura modular que permite modificaciones en materiales, motores y software, se espera experimentar con diversas configuraciones a través de variadas campañas de prueba.
Este ambicioso proyecto se financia mediante el Programa General de Tecnología de Apoyo (GSTP) y el Elemento de Desarrollo Tecnológico (TDE) de la ESA, buscando dotar a Europa de una base tecnológica sólida en el ámbito de los vuelos hipersónicos, actualmente dominado por Estados Unidos y China. Un desafío clave para alcanzar Mach 5 no es solo la potencia del motor, sino también la gestión térmica, ya que la fricción eleva la temperatura del fuselaje a niveles extremos. Invictus utilizará un motor precooled alimentado por hidrógeno, con un intercambiador capaz de enfriar aire supercaliente en fracciones de segundo, lo que permitirá probar en condiciones reales el ciclo completo del motor.
La tecnología detrás de Invictus no es nueva completamente. Se beneficia de los avances previos del motor híbrido atmosférico-orbital SABRE desarrollado por Reaction Engines, cuyo conocimiento ha sido heredado por Frazer-Nash tras el cese de operaciones de la primera. Este traspaso de conocimiento es crucial para integrar estas tecnologías en una plataforma completa y reutilizable, marcando un avance significativo hacia la capacidad europea de acceso al espacio.
Invictus también se enmarca dentro de un esfuerzo de colaboración entre varias entidades, incluyendo a Frazer-Nash, Spirit AeroSystems y la Universidad de Cranfield. Con 7 millones de euros en financiamiento inicial y un plazo de 12 meses para completar el diseño preliminar, se anticipa un vuelo de demostración hacia 2031. Si el proyecto Invictus demuestra su viabilidad, Europa estará en camino hacia aviones orbitales capaces de llevar a cabo misiones con una rapidez y flexibilidad sin precedentes, desafiando el dominio de cohetes verticales convencionales y reafirmando su independencia tecnológica en el floreciente sector de vuelos hipersónicos.
