la guerra comercial amenaza con cortarle las alas en pleno despegue

La industria aeronáutica se encuentra bajo la presión de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Boeing ha sido particularmente impactada por las tensiones, con China frenando la entrega de nuevos aviones y prohibiendo a sus aerolíneas comprar equipos y partes de fabricantes estadounidenses. Esto podría representar una ventaja para Airbus y Comac, aunque ambas compañías enfrentan desafíos; Airbus necesita incrementar su producción, mientras que Comac depende significativamente de tecnología estadounidense.

El Comac C919, el avión comercial diseñado y ensamblado en China, ilustra la ambición china de competir con Boeing y Airbus. A pesar de su diseño propio, el C919 se basa en componentes críticos producidos en Estados Unidos, como motores y sistemas de aviónica, lo que lo hace vulnerable a las restricciones comerciales. Un bloqueo a estas importaciones podría amenazar el desarrollo del programa y la autosuficiencia tecnológica de China en el sector.

La dificultad principal para Comac radica en la dependencia de piezas fundamentales fabricadas por compañías estadounidenses. Entre ellas, se encuentran los grabadores de datos de vuelo de General Electric, radar meteorológico de Rockwell Collins, y sistemas de comunicación de Honeywell. La imposición de un arancel del 125% por parte de China a las importaciones estadounidenses agrava la situación, incrementando significativamente los costos de componentes esenciales para el C919.

La guerra comercial ha generado incertidumbre sobre el futuro de la aeronáutica china y la viabilidad de sus proyectos más ambiciosos. Existe la posibilidad de que Estados Unidos imponga controles de exportación más estrictos, como ya lo hizo con productos de NVIDIA, afectando aún más la industria aeronáutica china. Este escenario podría obligar a China a acelerar el desarrollo de tecnología propia, un proceso largo y complejo.

El impacto de las tensiones comerciales es extenso y sus consecuencias, aún inciertas, podrían repercutir significativamente en la industria aeronáutica global, obligando a gigantes como Comac a reevaluar su dependencia de la tecnología extranjera y a buscar soluciones para fortalecer su autonomía tecnológica.