Los enlaces han sido desde el inicio la unidad básica de comunicación en internet. La IA está exterminándolos poco a poco

En 1989, Tim Berners-Lee presentó una propuesta que revolucionaría el mundo: la creación de la World Wide Web, basada en el concepto de hipertexto, permitiendo una interconexión infinita de información legible y accesible para los humanos. Los enlaces se convirtieron en la esencia de la web, facilitando la navegación de una página a otra en un entorno que inicialmente era caótico y anárquico pero lleno de maravillas.

Google emergió como un gigante que organizó el vasto océano de contenidos con sus algoritmos, priorizando los enlaces en sus páginas de resultados. Sin embargo, con el paso del tiempo, Google comenzó a encerrar a los usuarios dentro de su ecosistema, utilizando «snippets» destacados que retienen al usuario y limitan la necesidad de visitar el sitio original, afectando a los creadores de contenidos originales. Esta práctica provocó protestas de medios y creadores, quienes demandaban compensación por el uso de su contenido, culminando en legislaciones como la «Tasa Google» y el Canon AEDE en España.

La evolución de Google, de ser un catálogo de enlaces a un entorno que prioriza respuestas directas, refleja un cambio profundo en la web. Además, la aparición de redes sociales y su manejo de los enlaces exacerbó esta tendencia, creando «jardines amurallados» que buscan retener a los usuarios el máximo tiempo posible dentro de sus plataformas, limitando el flujo libre de la web.

La llegada de la inteligencia artificial (IA) y chatbots como ChatGPT marca una nueva era en la que los enlaces se vuelven aún menos visibles. Estas tecnologías presentan respuestas directas y resumidas, haciendo innecesario en muchos casos el acceso a las fuentes originales. Incluso la forma de enlazar está cambiando, con interfaces que minimizan la visibilidad de los enlaces externos en favor de retener a los usuarios dentro de la plataforma.

Este contexto plantea un futuro en el que los navegadores y buscadores tradicionales se transforman en asistentes conversacionales que facilitan tareas pero a la vez podrían limitar el acceso directo a las fuentes originales. La web, tal como la conocíamos, está en plena metamorfosis, con la IA desempeñando un rol central en cómo accedemos y consumimos información en línea.