La inteligencia artificial, particularmente herramientas como ChatGPT, ofrece múltiples maneras de optimizar nuestro trabajo y ahorrar horas en diversas tareas. Desde aprender conceptos de forma simplificada, ajustando la explicación a niveles accesibles como «explicarlo como si tuviera 5 años», hasta verificar y corregir textos antes de su publicación, detectando errores ortográficos, gramaticales o tipográficos. También permite ajustar el tono de un escrito para adaptarlo a diferentes públicos o formalidades.
Una función destacada es su capacidad para actuar como traductor, ofreciendo traducciones posiblemente más acertadas que herramientas como Google Translator. Además, la IA puede generar exámenes personalizados para probar nuestros conocimientos o ayudar en la preparación de oposiciones, creando simulacros de examen y explicando las correctas.
Para estudiantes, la generación de fichas de estudio o flashcards facilita la memorización de conceptos clave. Los profesores también pueden beneficiarse al diseñar exámenes únicos para sus clases, evitando recurrir a pruebas ya conocidas y explotadas por los alumnos. En lo cotidiano, la IA puede ayudarnos a redactar reclamaciones de manera efectiva, especificando los detalles necesarios para que sean consideradas.
En el ámbito profesional, asiste en la estructuración de artículos desconocidos, presentando esquemas claros para abordar temas complicados. También simplifica la planificación de viajes, proponiendo itinerarios y actividades según nuestras preferencias y presupuesto. Para aquellos enfrentando entrevistas laborales, la IA puede simular preguntas y situaciones para un entrenamiento previo.
Por último, en el ámbito creativo, la inteligencia artificial puede generar lluvias de ideas para proyectos variados, desde artículos hasta propuestas de ocio. Estas herramientas demuestran la versatilidad y capacidad de la IA para adaptarse a distintas necesidades, facilitando tareas y ofreciendo soluciones creativas a problemas comunes.
