Mark Zuckerberg, el CEO de Meta, está transformando sustancialmente su empresa y su presencia en Hawái. Para su equipo de superinteligencia en Meta, ha realizado contrataciones estratégicas, destacando la incorporación de talentos mayoritariamente chinos. Aparte de sus esfuerzos en tecnología, Zuckerberg ha estado adquiriendo terrenos en Hawái durante más de una década, donde ha desarrollado proyectos a gran escala en propiedades que suman casi 930 hectáreas, con un gasto superior a los 300 millones de dólares.
La magnitud de sus construcciones es notable, incluyendo mansiones masivas, refugios subterráneos, y edificios más funcionales diseñados para albergar a invitados, con costes individuales entre 3,5 y 4 millones de dólares. A pesar de la curiosidad y el especulativo interés público sobre estas edificaciones, los detalles exactos y los propósitos detrás de ellas permanecen bajo estricta confidencialidad, resguardados por acuerdos que impiden a los trabajadores compartir información, lo que acrecienta el misterio alrededor de las actividades de Zuckerberg en la isla.
Además de los desafíos constructivos, Zuckerberg ha enfrentado problemas locales, incluyendo la presencia de un cementerio ancestral sobre parte de su propiedad, lo que ha generado tensiones con la comunidad local. Los debates sobre el respeto a la herencia cultural y la preservación de tumbas ancestrales subrayan la complejidad de tales megaproyectos.
El contexto más amplio de la actividad de multimillonarios como Zuckerberg en Hawái refleja un patrón de compra de tierras por parte de figuras acaudaladas, como Jeff Bezos, Oprah Winfrey, y Marc Benioff, exacerbando problemas socioeconómicos locales como el encarecimiento de la vivienda. La influencia de proyectos como el de Zuckerberg no solo se siente a nivel local, sino que también parece impulsar una tendencia entre los ricos hacia la construcción de búnkeres de lujo, señalando un creciente interés en preparativos para escenarios de crisis entre los más adinerados.