Rusia tiene un procesador de 128 núcleos para superordenadores. Lo que no tiene es dónde fabricarlo

Las sanciones tecnológicas lideradas por EE.UU. y sus aliados han tenido diferentes impactos en Rusia y China. A diferencia de China, que tiene una industria de semiconductores robusta y en crecimiento, el ecosistema tecnológico de Rusia es más modesto y ha sido más vulnerable ante estas restricciones. Para enfrentar la prohibición de tecnologías occidentales y las dificultades para acceder a componentes clave como los chips de vanguardia de empresas como NVIDIA, Intel o AMD, Rusia ha buscado fortalecer su propia industria de semiconductores.

Una de las estrategias rusas ha sido el desarrollo de un microprocesador capaz de hasta 128 núcleos y acceso a un mapa de memoria principal de hasta 2 TB, llevado a cabo por Ruselectronics, parte de la corporación estatal Rostec. Este desarrollo representa un esfuerzo notable por parte de Rusia para autoabastecerse y reducir la dependencia de tecnologías extranjeras. A pesar de este avance, Rusia encuentra obstáculos significativos, ya que sus capacidades de fabricación, que operan con tecnología de 65 nm, no son suficientes para producir este tipo de procesador avanzado.

Rusia encara entonces el desafío de buscar colaboradores internacionales para la fabricación de estos chips avanzados. Las opciones se limitan principalmente a China, con empresas como SMIC o Hua Hong Semiconductor, que podrían tener la capacidad tecnológica para producir el microprocesador deseado. Esta búsqueda de cooperación con China destaca las dinámicas geopolíticas y tecnológicas que Rusia debe navegar para avanzar en sus planes tecnológicos y de seguridad nacional en un entorno de crecientes restricciones y sanciones.